Hoy toca café con compañía.
Aunque nos gusta mucho hablar entre nosotras, no está de más ver el punto de vista de personas como tú y como nosotras, que llevan un tiempo con su negocio y saben lo que brilla y lo que no.
Hoy tenemos con nosotras a Javi Pastor, de javipastor.com.
¿A qué te dedicas, Javi?
Tengo varias ramas. Una es la Escuela Big Bang Conversion, donde damos clase y formación de copy y conversión.
Luego soy socio de la Escuela Humanista de Álex Rovira. Él es el fundador, formador y quien da los contenidos mientras yo me dedico a la forma de venderlo.
Por otra parte, está Big Bang Agency, la agencia donde no ejecutamos, pero sí diseñamos campañas de publicidad más originales que lo típico para lanzar ideas y negocios.
Y, para finalizar, me gusta mucho leer. De hecho, si me pudiera dedicar a leer de forma remunerada, lo haría.
Qué es lo más duro, sin brillibrilli, que pasaste al emprender y que se cuente poco
Hay 3 cosas.
2 de ellas son más recientes, la otra está más implícita en lo que conlleva emprender.
- La primera cosa es lo que más me ha costado siempre (como suele pasarle a la gente, como yo digo, de mi año) es escalar con equipo.
Cuando empecé éramos un equipo de amigos. Éramos 5, y luego fuimos creciendo con colaboradores externos, y nos apañábamos.
Pero claro, eso se gestionaba como un grupo de amigos… Y el lío viene cuando tienes que lidiar con contratos para 70-80 personas.
Yo no supe hacerlo. Me perdí por completo.
El año pasado esto para mí fue una ruina, tuve que ir para atrás… y hoy el equipo es mucho más pequeño.
Me he dado cuenta de que no quiero escalar tanto, y está bien.
Este último tiempo no aprendí nada de copy. Todo lo que aprendí fue de recursos humanos. @jpastorre Clic para tuitear- El segundo punto es gestionar tu imagen.
Esta es la parte de la marca personal en la que la gente usa tu imagen hasta como muñeco de vudú.
Lo que pasa es que te conocen hasta cuando vas por la calle y te dicen: «anda, tú eres el que sale en no sé qué vídeo de no sé qué parte».
Y no me gusta nada. Prefiero la privacidad.
- La tercera parte es que tienes que renunciar a muchas cosas.
Hablo de decirles que no a tus amigos ese sábado que tienes que trabajar.
Hablo de estar todo el mundo en la pandemia de cachondeo, y tú trabajando 15 horas al día.
Hablo de que renunciar a lo que siempre has tenido y normalizado es un sacrificio que agradeces a largo plazo, pero a corto, pesa.
Es cierto. Parece que todo es superguay cuando emprendes, que es una libertad total, pero hay cosas a las que tienes renunciar. ¿Qué es lo que más te ha dolido perder, por renunciar, en este proceso?
Las relaciones de todo tipo (pareja, amigos, en general).
El tiempo disponible que te queda es libre, pero es poco. Y ya no lo quieres pasar de cierta forma, así que terminas limitando tu círculo de relaciones.
Por ejemplo, hay barbacoas a las que no puedo ir, o eventos a los que prefiero decir no.
Esto me ha costado mucho porque yo soy una persona muy social, y mi identidad era mi grupo de amigos. Luego pasó a ser mi trabajo… y la verdad es que es difícil soltar esto.
De hecho, lo conseguí hace poco, al trabajar el pasado año con una coach, pero yo sentía que dejaba muchas cosas sin hacer —audios de whatsapp que tardas semanas en responder, o mensajes sin contestar…— y me pesaba un montón.
A mí me costó soltar y liberarme de todo esto.
En las relaciones es muy cierto que vas evolucionando. A veces no sabes cómo ha ocurrido y, de repente, ves que todos tus amigos tienen hijos. 😂 Y luego están los amigos con los que llevas 20 años y, te juntes cuando te juntes, sientes que no ha pasado el tiempo con ellos.
Esos son los que me gustan a mí.
Por otra parte, he cometido un error al respecto, y es que he contratado a personas demasiado cercanas de estos amigos de toda la vida.
Es muy fácil que se mezcle todo —relación amistad-trabajo—, y, al final, se estropee. Es muy delicado, así que he aprendido que es mejor separar.
Un amigo comprometido en el negocio te da por 2, pero un amigo cabreado te resta por 100. Clic para tuitearTodo son aprendizajes, en efecto. Cuéntanos una anécdota, historia o aprendizaje que te haya hecho quitar la purpurina como emprendedor, sobre algo que tenías idealizado.
Uf. Dos cosas.
Una es el teletrabajo, y la otra tener un equipo.
Ambas están muy bien, pero tener un equipo es un gran riesgo, que te puede hacer subir un 100 y bajar otro 100, y el teletrabajo esconde cositas.
1) El teletrabajo
El teletrabajo está genial; de hecho, lo nuestro es un mixto. Pero ahora sé que no puedes construir un equipo comprometido con todo el mundo trabajando a distancia.
Solo hay casos puntuales que lo han conseguido y lo han hecho muy bien, como los que escribieron el libro de «Remoto: No se requiere oficina» (aunque ahora están peleándose, así que ya no sé).
Pienso que no es lo mismo el cuerpo a cuerpo que el zoom al zoom. En físico, tú notas que la gente está mucho más cohesionada que la que está en teletrabajo al 100%.
Y es normal.
Además, pasa sobre todo cuando introduces a alguien en un núcleo ya formado. En lo físico es más fácil; en lo remoto, cuesta mucho más, y no siempre se consigue.
2) Delegar
Es supersonado que te quita obligaciones, que delegues y te liberes, que todo va genial, tatatá… pero todo NO ES ASÍ.
Si delegas, la persona llega y tú le dices:
—Toma, haz esto.
Y ella te pregunta:
—Ya, pero, ¿cómo lo hago?
—Pues tú sabrás… Hazla tú.
Cuando se te junta esto entre 10 o 20 personas… no sale.
A mí siempre me gusta decir que, antes de delegar, te asegures de que sea un problema estructural y que se te repita en el tiempo lo que quieres solucionar.
Si no, puedes ir apañándote con freelance, colaboradores y demás trabajos.
Me dijeron mil veces eso de CONTRATA LENTO, DESPIDE RÁPIDO. Pero hasta que no me pasó y lo sufrí, no entendí que de verdad era así. @jpastorre Clic para tuitearHemos comentado varias veces lo de los equipos sin purpurina. Se hablan maravillas, igual que del tema de delegar. Todo suena muy bien, pero no es tan fácil.
Es que tener un equipo que funcione es lo mejor que hay, pero tener uno que no funciones es LO PEOR que te puede pasar.
Estoy encantado con mi project manager, con Jose, con Enrique… sé que sin ellos acompañándome no habría llegado hasta aquí tan rápido.
Pero es muy difícil.
Luego también te topas con el tema de que «yo no soy gestora»… porque delegar es gestionar. Y, cuando emprendes por un talento diferente a este (por ejemplo, escribir), te toca aprender…
Totalmente.
Yo no le deseo a nadie ser CEO de una empresa, porque consiste en gestionar problemas de otros todo el día. Cuando tú escribes, tú te diviertes, te organizas… pero cuando pasas al rol de empresaria… eso es otra historia.
Exacto. No obstante, también hay veces que puedes tener un conflicto con esto. A mí me pasa, porque me gusta controlar un poquito de todo, desde que la carrera de empresariales me abrió el abanico de varias disciplinas. Entonces, claro, lo difícil es soltar, porque llega un momento en que sabes que no puedes estar en todo.
Sí, y además el problema está en soltar tu zona de genialidad. Podrás delegar el Project Management, la contabilidad, el diseño… pero cuando tengas que delegar lo que TÚ haces, ahí dices: espérate.
Además, que tampoco hay que crecer por cojones. Puedes estar tú sola, y si no quieres escalar pues genial. Mira tu facturación en función de tus necesidades y de lo que tú quieres hacer.
Sí, Aunque el lema de empresariales es crece o muere, puedes ganar mucho dinero y, si no estás preparado para ese dinero, perderlo igual que lo has ganado.
Yo he llegado a despilfarrar un millón de euros por no saber gestionarlo. Esto pasa como con la Lotería.
Recibes lo que toleras, o lo que estás preparado para gestionar. Si no lo estás, y lo recibes, la lías. Clic para tuitearCómo decidiste dejar de trabajar con un equipo en remoto y pasarte al 100% físico en una oficina. Qué hubo detrás de esa decisión.
Nosotros tenemos un mixto. Compartimos edificio Eli y yo, pero mi plantilla es 50% presencial y 50% remoto.
Lo decidí porque me harté de vivir en zoom, primero. Tuve lo que hoy se llama fatiga de zoom.
Si te fijas, la mayoría de gente en zoom se mira a sí misma. Eso es un coñazo, verte todo el día. Tú no estás preparado para eso (ni el ser humano en general).
Luego, mi casa era mi centro de trabajo. El trabajo me comía la vivienda. En el salón, un portátil. El garaje, colmado con los equipos de grabación para los eventos. El coche fuera del garaje, y el cuarto del trabajo colapsado también.
Eli y yo dijimos que había que recuperar la casa.
Además, yo quería ampliar el equipo y teletrabajando iba a ser imposible, pero cohesionando en físico aquí funcionaría mejor (en teoría, porque eso da para otro tema).
Recuperé mi casa (y no volvería a trabajar en casa), y ahora prefiero trabajar fuera (teniendo, como tengo, una mezcla para días puntuales en los que me quiera quedar en casa).
El teletrabajo al principio está guay, pero a largo plazo lo notas.
Ahora llego a mi casa y disfruto el cuarto que antes era del trabajo, donde tengo la play, y entro con la mentalidad para jugar y disfrutar.
También, las reuniones presenciales, los eventos, las quedadas… hacen más piña entre el equipo.
¿Te ha costado llevas a la gente a la oficina?
Sí. Hay de todo, hubo quien se vino, hubo quien se fue, hubo quien pidió un mixto… lo ideal para mí a largo plazo es esto último.
Pero el cambio más grande que he notado en la gente es lo que dicen de que «ahora me siento más protagonista, más visible…» Ahora hay espacio para intercambiar, con menos fricciones y distorsión de las relaciones.
¿Tienes facilidades para que en España haya encuentros con los que no trabajan en la ofi?
Sí, con dinámicas físicamente, reuniones mensuales, echar el día juntos… para afianzar relaciones. Se nota cuando la gente se toca, se mira, se siente.
Con una cerveza, una copa y un café se ve todo de otra manera (risas).
Total, cambia todo, las cenas de empresa, la liada nocturna, el amigo invisible… son cositas, detalles, pero que hacen que cuando hay problemas, nos unamos y vayamos todos a una.
¿Todo el mundo está a full time, Javi?
Hay de todo, hay quien está a full, hay colaboradores a media jornada, otros por horas, otros en el extranjero a los que no se les cuadra contrato… Pero siempre, si alguien trabaja 100% para nosotros, se le hace contrato.
Y ojo, que aquí hay un tema que la gente no valora con los números de hacer contratos VS trabajar como freelance.
Lo barato es tener a todo el mundo freelance, pero cuando ves la diferencia de números entre cobrar con contrato o cobrar todo como freelance, cambia la mentalidad.
O sea, tú crees que el contrato da más compromiso.
En mi caso, sí.
Hasta una persona que pensaba que era un alma libre y un caballo desbocado me ha sorprendido porque ha estado durante 2 años contratada, y sigue tan contento.
Está claro que también tienes que considerar bonus, vacaciones, y la relajación mental. ****Cuidar a tu gente, vamos.
Pensando en esto de la relajación y cuidar a tu gente, me viene a la cabeza la cantidad d personas que había en las oficinas donde trabajé que solo calentaban la silla por horas. ¿Qué pasa con la productividad, con ese balance? Yo creo que depende de la persona. No siempre el freelance tiene menos compromiso.
De algún modo, sientes que el freelance siempre tiene la puerta abierta o se puede ir en cualquier momento, mientras que el empleado, aunque también la tiene abierta, de algún modo se enlaza más contigo.
La idea es que venir a la oficina no sea «GRRR, oficina», sino… voy a la oficina 🙂. @jpastorre Clic para tuitear¿Volverías a emprender? Dinos alguna bondad de la cara A, o lo que más te guste de tener un negocio propio.
Una persona que emprende, o tiene un cierto propósito, ilusión o objetivo, o se pierde.
En mi caso, el año pasado me perdí porque empecé a trabajar solo para cobrar. Estuve en una nube negra, como flotando sin saber adónde iba o a qué me dirigía.
«¿Por qué coño estoy haciendo esto? ¿Qué quiero conseguir?»
Después de pasarlo, me di cuenta de que yo quiero que la formación online se establezca. Quiero que yo tenga 60 años y la gente estudie en una escuela online de forma normal, y que la única opción no solo sea la universidad.
Me encanta hacer lo que me salga del alma. Aunque tenga obligaciones, siempre puedo cambiar de opinión y hacer lo que yo quiera. @jpastorre Clic para tuitearEsto me permite desarrollar un montón de habilidades, y tanto crecimiento profesional como crecimiento personal. Los aprendizajes merecen la pena.
Además, esto no quita que, cuando me preguntan si volvería a trabajar para alguien, diga que por qué no. No sé lo que haré dentro de 15-20 años.
Se trata de lo que me apetezca hacer, no de trabajar por cuenta propia o por cuenta ajena, por horas o por proyectos…
Sí, va siendo hora de quitar la idea de que lo mejor no es cobrar por horas, sino por lo que consigas sacar.
Cuando emprendes, eres una máquina de hacer dinero, o la idea es que te conviertas en ello.
Hay quien no tiene capacidad de hacer dinero. Si tú mandas un correo y te compran X, y otro día otros X, y consigues prolongarlo en el tiempo, puedes hacerlo.
Estamos tan desconectados de generar riqueza porque hemos sido criados como ovejas de rebaño que van a la universidad y ya lo tienen hecho. Y no resultó ser así, pero sí éramos los «echaos a perder» si no querías ir a la universidad.
Luego reflexionas y sacas muchas cosas de la universidad. El problema es que la gente PASA por la universidad, pero no ESTÁ en ella.
Como en la vida. No te van a dar las cosas hechas. Funciona para todo: puedes estar en algo o pasar por encima y no llevarte nada.
La uni no te pone fácil que le saques provecho ni partido. Tienes que hacerlo tú. @jpastorre Clic para tuitearCuéntanos cosas que nadie dice, cuenta o sabe de hacer crecer un negocio más o menos diversificado: infoproductos, formación, agencia…
Me gusta mucho un concepto de Naval Ravikant (que saco del libro «The Almanack of Naval Ravikant»).
Solo puedes escalar si tienes algo que puedas vender y escalar más veces sin generar más coste ni tener que crecer con personas
Las personas son lo más impredecible, mientras que un código NO lo es. Así es como escalan las tecnológicas. Pero, ahora, tráelo a nuestro mundo.
Un libro es un ejemplo. Un libro es un activo; lo haces una vez y tal, y, aunque no saques mucho dinero con él, y lo tengas que revisar, reeditar y demás… ahí queda, trabajando para ti.
Pero un libro es un legado.
También hay muchas mierdas de libros —sobre todo, de marketeros, que nos lo cargamos todo— que se escriben y se publican para captar leads aunque no sean tan buen material, y punto.
En efecto, los hemos visto.
Por otra parte, como freelance solo creamos pasivos, en modo: «me pagas, y te entrego algo después, para el momento. Luego lo dejo de vender».
La cuestión es: ¿cómo creo activos que generen riqueza?
Aunque me cuesten X semanas trabajando, pero que sean cosas a las que luego les pueda dar cariño, y se sigan vendiendo y reproduciendo a lo largo del tiempo sin apenas dedicarle esfuerzo.
Una mezcla entre lo que en contabilidad se llama activos del balance, y lo que dice Kiyosaki para crear riqueza.
Sí. La gente solo piensa en casas, pero hay muchas cosas más allá de invertir en casas.
El invitado anterior, Lourdes García, te dejó la siguiente pregunta:
«¿Cómo sales de un bloqueo emprendedor, donde afloran miedos e inseguridades típicas?»
Busco a alguien a quien preguntarle que haya tenido ese problema. Lo llamo, y le consulto.
A veces simplemente hablarlo, aunque sean ideas estúpidas, salen buenas ideas.
Pregúntale algo al siguiente invitado/a (Iván Orange)
Si tuvieras que empezar de cero y no existiera la afiliación, ni la publicidad, ni el email, ¿qué harías? Considera que no tienes presupuesto, ni contactos de los que echar mano.
¿Dónde podemos encontrarte?
Si te ha gustado:
- Invítanos a un café.
- O mejor: conviértete en mecenas.
- Y, cómo no: comparte sin remilgos.
Esther y María