Trabajar en equipo suena muy bien.
Toda la vida del señor se nos ha metido en la cabeza que una de las habilidades laborales para trabajar es esa, de hecho.
Pero… ¿qué es trabajar en equipo en realidad? ¿Qué implica?
Todos nos conocemos las típicas cosas que encuentras en Google cuando lo buscas. Pero ya sabes que no es purpurina todo lo que reluce.
Y, como nosotras, seguramente sabes (o mejor: HAS VIVIDO) que muchos equipos relucen por fuera, pero por dentro… caquita. 💩
El punto de partida para que trabajar en equipo no sea un infierno
Estar o formar parte de un equipo con otras personas no significa que ya trabajes en sintonía con todos.
Y no: tampoco significa que ya sepas trabajar en equipo.
Trabajar en equipo (y hacerlo bien) significa varias cosas:
- Existe un líder que guía y conduce, pero no controla. Puede ser un Project Manager (PM) o puede ser el dueño de la empresa ejerciendo de PM, depende del tamaño de la empresa.
- Hay sentimiento de equipo, un espíritu colectivo en el que todas las tareas y proyectos encajan unos con otros para sacar adelante el trabajo.
- El trabajo se discute y se planifica con cierta capacidad de voz y voto: no hay cooperación si uno manda y otro ejecuta sin pensar ni aportar.
- Todos aportan algo.
- Existen procesos de trabajo documentados que todos cumplen.
- La responsabilidad es compartida.
Sería guay que el equipo se acompañara y se ayudara de forma espontánea, encajando desde que «estamos en el mismo proyecto».
Ojo: equipos bien cuidados son equipos bien pagados (y viceversa)
La implicación de un equipo también depende de lo contenta que esté la gente que lo compone.
Uno de los factores importantes para ello es la remuneración, por supuesto, pero… ¿a quién no le ha pasado eso de querer aportar ideas, conocimientos u opinión sobre un tema común… y no tener apoyo porque te paran los pies desde la jefatura?
A nosotras, desde luego que sí.
Y hay muchas maneras de gestionarlo.
Sin embargo, en ningún caso puedes pretender que tu equipo esté más feliz que unas castañuelas si solo tratas a sus miembros como meros ejecutores, sin voz ni voto en el percal.
Todos empezamos ejecutando, pero siempre podemos aportar algo más que ejecución… y de hecho, para eso está la ya desarrollada inteligencia artificial.
Todos hemos tenido alguna vez un «callo» de compañero o compañera que nos ha echado el marrón encima. Y vaya marrón.
Además de que la pertenencia y la unidad sean principios universalmente humanos, en el intercambio, el dar y el recibir, y el ensayo y error está la misma evolución.
Así que puede ser que, como líder, seas tú quien deje de ganar por no tenerlo en cuenta.
Por otra parte, consigues que los valores no solo se compartan, sino que se respiren, ya estás que te sales.
Las 5 Cs de Tom Peters
Aquí Esther, que es una flipada de los equipos y se ha preparado el episodio a conciencia, nos deja las 5 cualidades que este señor experto considera prioritarias para crear equipo.
- COMPLEMENTARIEDAD. Todos los miembros del equipo deben complementar y diferenciar al resto.
- COORDINACIÓN entre los compañeros, el líder y las situaciones, tiempos y tareas acordadas.
- COMUNICACIÓN entre cada miembro y el resto del equipo. Todos deben saber qué tienen qué hacer, cómo y cuándo.
- CONFIANZA, en los demás y en ti considerando el estilo de liderazgo que existe. Esto SE CONSTRUYE, no sale de la nada.
- COMPROMISO. Esta es obvia, igual que la responsabilidad, y consiste en aportar y cumplir sus plazos y tareas.
La experiencia non grata de ser parte de un equipo de María
Si bien todo lo anterior es lo idílico, en la vida real suele pasar justo lo contrario: aprendemos a trabajar en equipo cuando nos cansamos de las putadas que supone hacerlo mal.
Trata a tu equipo como te gustaría que te hubiesen tratado a ti.
Como ejemplos tenemos a esos jefes que no valoran el talento, esas personas encargadas que te dejan las tareas pesadas o difíciles solo para no tener que hacerlas ellas, o ese reconocido clima de compañerismo que nace por cuestión de supervivencia entre tanta situación jodida de turnos imposibles, festivos no concedidos o malas contestaciones y faltas de respeto de quien dirige.
En el caso de servidora —María—, en la mayoría de las empresas contratantes los equipos vivíamos situaciones de esta calaña que, al final, solo conseguían que te quisieras marchar.
El beneficio secundario es que ahora, cuando trabajo en equipo, tengo asumido lo que NO quiero hacer: justo lo que no me gustó que me hicieran a mí.
La escalada como profesional de Esther
Como buena asistente virtual y project manager, Esther dice que la proactividad es la clave.
Y es contagiosa.
Siendo uno de los mayores valores y ejemplos, la mejor receta para materializarla es
[Comunicación + respeto]
Hablamos de un respeto por el horario y el tiempo que requiere el trabajo de los demás.
Por ejemplo, si Esther tiene que entregar una landing maquetada, no es de recibo que le llegue el copy un día antes de su entrega.
Pero también hay que mirar cómo se gestionan las críticas (que se pueden convertir en humillaciones, de hecho, si se hacen de forma pública) y los elogios, que, en cambio, en público motivan el doble.
Feedback positivo en público, feedback negativo en privado.
Esto, por otro lado, beneficia la autonomía del equipo, y fomenta, como decía Tim Ferriss, que «si un error me cuesta menos de 100 dólares, no me molestes y arréglalo tú».
En el episodio también hablamos de:
- Cómo detectar si una persona NO sabe trabajar en equipo.
- Los 3 perfiles dentro de un equipo con los que echarse a temblar (o llevarse las manos a la cabeza).
- El coste de no confiar en tu equipo por miedo al error.
- La frase que todo líder debería tener clarísima a la hora de gestionar una equivocación, una cagada o una crítica.
Recursos mencionados en el episodio
- Sobre la cultura del fracaso y el NO error: Emprendimiento sin purpurina
- Libro Reinicia, de Jason Fried y David Hansson.
Si te ha gustado:
- Invítanos a un café.
- O mejor: conviértete en mecenas.
- Y, cómo no: comparte sin remilgos.
Esther y María