Hoy hablamos de un universo paralelo que existe en el emprendimiento: el nomadismo digital.
Por si no te suena, los nómadas digitales pueden trabajar desde cualquier parte del mundo que tenga internet.
Y, por eso, viajan mientras trabajan, trabajan mientras viajan… o como les dé la gana.
Vamos a quitarle la purpurina que sobra y a destacar la que merece quedarse, justo cuando Mario Rubio, de Academia de Fotógrafos, nos patrocina.
Mario se dedica a la fotografía nocturna y de paisajes, viaja cada dos por tres (aunque no se defina a sí mismo como nómada) y ofrece formación en habla hispana para que saques unas fotos en condiciones que dejen al personal con la boca abierta.
- Academia de Fotógrafos. El Netflix de la fotografía
- Fotógrafo Nocturno: cursos presenciales, podcast, tour fotográficos…
Y ahora, vamos al tema, que ya es hora:
El meollo de ser nómada digital y viajar sin tener que estar de vacaciones
Ha habido mucho revuelo con esto de ser nómada digital en los últimos años.
En muchos casos, porque se idealiza.
Solo se ve lo guay.
Pero detrás hay muchos ajustes, bastante trabajo personal, y varios cambios de enfoques que, si no haces, pueden hacerte palmar.
Los SÍES, los NOES
Para empezar, veamos los puntos incómodos del nomadismo digital.
En el momento de publicar este episodio, María está en Perú, recién aterrizada, y con un puñado de experiencias en la mano.
#1 Viajar y trabajar son cosas distintas.
No se puede estar en misa y repicando. Separar y poner el foco en cada cosa por separado es vital. O sea: o pones límites y horarios, o cascas.
Y no, trabajar en la playa NO es cómodo.
#2 Programar eventos y rutinas en un entorno supercambiante es difícil.
El cuerpo no se adapta a los cambios de un día para otro.
Crear una rutina mínima viable es básico. Y ser flexible con el jet lag, el ritmo de vida, las horas de luz… necesario.
Esto implica seleccionar bien qué hábitos o rutinas vas a mantener, a modificar o a incorporar.
Un libro que te puede ayudar es Hábitos atómicos.
#3 No tienes comodidades como un escritorio, una silla ergonómica o una señora pantalla. Llevas lo justo.
El rollo minimalista está genial, pero una buena silla para trabajar es la diferencia entre una espalda sana o una encorvada. Y ojo: a todo se acostumbra una.
Imprescindible puede no parecerte, pero marca la diferencia cuando la tienes.
#4 Suerte con el WiFi y la conexión a Internet, porque DEPENDES DE ÉL para trabajar.
Este punto es, precisamente, el que trastabilló bastante la grabación de este episodio.
Y es que la conectividad no siempre es la misma en todos los países o regiones, así que si tienes un trabajo colaborativo, en línea o necesitas dar soporte, por ejemplo, en una formación, deberías considerar mucho el lugar al que te vas.
Y ahora, los puntos top:
#1 Los estímulos y creatividad son prácticamente continuos.
Viajar con la mente abierta equivale a una corriente de ideas potentísima para desarrollar horizontes, tanto en el trabajo como en la vida personal.
Combinar el trabajo y el tiempo libre para alimentarte viajando es un plus SIEMPRE.
Es aquí donde una de nosotras tiene un proyectito paralelo gestando (puedes adivinar quién, ¿verdad?).
#2 La sensación de libertad te hace sentir feliz con tu albedrío.
Se alinea mucho con la idea de que tú te gestionas como quieres, cuando quieres y con la flexibilidad ante imprevistos presente.
En otras palabras: no te aburres porque cambias.
#3 Conocer gente, rotar experiencias, integrarte en nuevos sitios.
Esto es enriquecerse en general, de nuevo. Para personas inquietas… pues qué te vamos a decir.
A nosotras nos encanta.
Y es aquí donde hablamos de la diferencia entre empaparte de un sitio quedándote un tiempo y luego yéndote (viajar), e ir de un sitio a otro en poco tiempo, que no te permite conocer algo más profundamente (hacer turismo).
#4 No tener que pedir vacaciones a un jefe, a una empresa o a quien te sujete para viajar es una de las mejores sensaciones que puedes experimentar.
Y no tenemos nada más que añadir, señoría.
Consejillos entre opiniones personales
María, que es la anda metida en el fregado ahora mismo, apuesta por una rutina mínima viable.
Aparte de leerse el libro de Hábitos atómicos y de llevárselo encima para repasar, preguntando en SinOficina tomó nota de un super consejo: solo estipula rutinas cuando te levantas, y cuando te acuestas.
También aboga por separar temas y poner horarios de trabajo, como lo hacía antes de viajar.
Lo cierto es que esto de viajar mientras trabajas gusta, pero detrás lleva su trabajito interno y de gestión, paciencia y creación de hábitos para sostener lo que con tanto curro has montado.
En resumen: un poquito de organización, pero flexibilidad, por favor. 😂
Sección desahogos
En este episodio también dejamos un desahogo que, si bien no es en Perú, sucedió en Madrid en otro viaje, e ilustra muy bien uno de los puntos incómodos que definíamos más arriba.
Telita el desahogo que se pegó aquí la amiga Polaina.
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