De qué hablamos hoy
El bienestar, la calidad de vida, el autocuidado… estos términos están muy trillados y no nos convencen mucho en general (como aquel de «desarrollo personal»).
Lo que está claro es que hay veces en que el cuerpo te dice: PARA O REVIENTO.
Cuál es el meollo del que partimos
El ritmo de vida es alto, exigente y muy enfocado en «lo que hay que hacer».
Nadie nos enseña a escucharnos, a descansar en condiciones ni a decir: bien, este momento es para mí.
Es como si el mundo o la sociedad nos tuviera como autómatas de la producción a todos por igual, tanto si llevas una vida emprendedora como si no.
¿Cuántas veces hemos terminado el día con la cabeza como un bombo, y nos hemos ido a la cama 10 minutos después de cerrar el ordenador?
Al día siguiente estás KO. Y si te fuerzas, empieza el arrastre y la espiral infinita de agotamiento, de quemazón y de estrés crónico.
Si no hacemos hueco para el bienestar, para la calidad de vida, para la relajación y la conexión con otras áreas, EL NEGOCIO LA VIDA SE NOS VIENE ENCIMA.
Y por mucha pasión que te inspire tu trabajo, el cuerpo se queda sin energía y te dan ganas de mandarlo todo a la porra.
Necesitamos recargarnos de dosis de bienestar.
(Y no nos gusta el término «autocuidado» porque suena a una obligación más).
Cómo resolvemos, qué hacemos nosotras
María.
No soy infalible, lo primero.
Es cierto que soy organizada y me hago mis rutinas a imagen y semejanza, pero tengo días de muchas horas y picos de trabajo donde la rutina me la salto por cojones o porque así se presenta el tema, y también eso es respetar ritmos, cuerpo y energía creativa.
La clave para mí es equilibrar cada descompensación.
Si un día me acuesto a las tantas o termino más tarde de la cuenta, al día siguiente duermo un poco más, flexibilizo mi jornada y hago solo lo que de verdad puedo hacer bien.
La rutina matinal me funciona (ejercicio de fuerza o paseo ligero, un yoga inventado, una meditación breve, un ratito de escritura a mano, lectura de tarot o de un libro inspirador) porque me predispone al buen humor y a conectar conmigo misma desde el inicio.
Madrugo pero siempre duermo un mínimo de 7 horas. Si estoy menstruando, duermo lo que necesito y chimpún.
Planifico menús ricos y sanos, y cocino en casa (con una alimentación intuitiva, que no restrictiva, y USANDO LAS MANOS para preparar lo que me voy a comer).
Me he apuntado a clases de ballet y me comprometo a dedicarme esas horas a mí. Como las pago, pues las uso… y lo agradezco infinito.
Referencias de libros:
«Elogio de la lentitud», para bajar el ritmo y no ir en piloto automático.
Esther.
Dormir es para mí super importante, y respetar los ciclos de cada persona también.
NO todo el mundo puede funcionar entrando en el club de las 5am. Mi marido, por ejemplo, es nocturno, y si madruga se pasa el día zombi, así que mejor entenderlo y aceptarlo sin luchar en contra.
Por otra parte, voy a rachas con el bienestar y el cuidado.
Antes de la pandemia y de ser mamá hacía yoga y pilates; ahora tengo un ser vivo del que estar pendiente y no tengo tiempo para tanta cosa, pero sí considero que ir al fisio es para mí esa dosis de bienestar de la que hablamos.
Y algo muy simple que me encanta es ir a la pelu.
Un momento de masaje, de desconexión para ti, de placer… creo que también hay quien lo disfruta al hacerse las uñas.
Estas cosas no hace falta tenerlas dentro de una rutina; la idea es que sean puntuales.
Lo de la alimentación consciente lo llevo a rachas, pero si el cuerpo me lo pide también es parte cuidarme, no obligarme ni restringirme…
Vestirme por la mañana es parte de mi orden mental, que me da orden en el resto de áreas.
También desconecto hablando con amigos (sin bebé) o al darme paseos sola por Madrid para recargar pilas.
Tras la charla, nos quedamos con una perlita:
💡 La idea: no solo es cuidarse. También es MIMARSE.
Lo hemos disfrutado mucho.
Y te dejamos la idea final, como broche resumen y conclusión TOP, en el podcast.
Esther y María
P. D.1: hoy la purpurina se nos ha pasado de los 30 minutos. Es lo que hay. xD.
P.D.2.: ideal para tu desayuno del sábado o del domingo, para el trayecto en transporte público o para la limpieza de la casa.